El MAQUINON, recien salido del concesionario.
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Es ese compañero fiel, que nos
acompaña y nos guía en la mayoría de
nuestras salidas. Es en quien confiamos nuestra seguridad mientras nos
lleva de un lugar a otro, acercándonos hasta sitios donde sin él, probablemente
seria muy difícil llegar.
A pesar de ser una pura máquina, construida con hierro, metales, repleta
de tornillos, cables, rótulas, engranajes y otros muchos más elementos que lo conforman en un
conjunto fuerte y musculoso, preparado para afrontar los mas duros retos al que
nosotros, sus amigos le podamos exigir puntualmente. Pues bueno, a pesar de ser
todo eso, muchas veces , cuando sentados al volante, y gozando del confort y el
mimo con el que nos lleva, nos da la sensación de que toda esa mecánica cobra
vida propia y de que es algo más que una
máquina, al menos algo más que una máquina construida en este planeta, nos
parece como si sus orígenes fuesen de otra galaxia , dándonos la sensación de una procedencia
interestelar.
Así es nuestro “Maquinón”, un
vehículo todo terreno, 4x4; un HUMMER H2, con unas características y
propiedades increíbles, receptor de un cariño y cuidados por nuestra parte, que
van mucho más allá de los propios que se
le puedan dedicar a un automóvil.
Tenemos la seguridad de que estos sentimientos son mutuos por lo que la tranquilidad y confianza con la que nos dejamos llevar por él son
totales.
Nuestro HUMMER, según sus papeles
y certificados, como la mayoría de este tipo de maquinones 4x4 fue concebido en una fábrica de Estados
Unidos, y apadrinado por la gigantesca General Motors , aunque personalmente
tengo mis dudas sobre ello, estando más
por mi tesis galáctica. En el momento de escribir esto, he de hacer un
paréntesis para deciros, que en su
momento, la General Motors, en una acción mala, pero que muy muy mala, decidió en aras a la economía de mercado, romper sus
vínculos familiares cerrando las cadenas de montaje de estos fabulosos 4x4,
dejando a la gran familia Hummer en la calle. Ya no se fabrican Hummers , y en
un futuro no muy lejano, entrará a engrosar las listas de los vehículos
clásicos, convirtiéndose en codiciado
objeto de deseo de coleccionistas,
admiradores y amantes de este tipo de máquinas.
Salió de la fábrica Estadounidense de donde con otros
más fue destinado al mercado Mexicano, allí, oficialmente lo colocaron en un gran escaparate, detrás de un gran
cristal e iluminado por unas grandes y
potentes lámparas. Todo grande, a la Americana. Era como el rey de la fiesta. Su brillante figura
se reflejaba en el lustroso pavimento de
cerámica italiana que revestia la gran sala de exposición. Parecía el Increíble
Hulk, fuerte, musculoso pero en vez de verde, amarillo. Resplandeciente como
una estrella de Holywood quedó a la
espera de algún director, que provisto de un buen guión, del que era
totalmente merecedor lo pusiese a trabajar de inmediato. Ese director, que
aquella tarde de Octubre pasó por delante de la gran cristalera, y al que la
máquina le hizo un guiño de complicidad, era yo. De inmediato, la química fluyó en ambas
direcciones y en menos de veinticuatro horas, el inmenso 4x4 totalmente
liberado de los potentes focos que lo ataban a aquel escaparate, cambió el
brillante pavimento de cerámica italiana
que hasta ese momento pisaban esos 315 milímetros de zapatones que calzaba, por las pistas de
terracería mexicanas, empezando así una mutua huida hacia la libertad y el descubrimiento de nuevos horizontes.
Como a todos los vehículos que he
tenido, y a este con más razón, debía bautizarlo y ponerle un nombre. Después
de darle muchas vueltas a otros muchos nombres, y tras muchas consultas a otros
muchos amigos, llegamos a la conclusión de que el nombre no debía de hacer,
necesariamente, referencia a su fuerza, que obviamente ya quedaba patente con
solo mirarlo. El color tuvo un papel
determinante. Le pusimos de nombre TWEETY, en referencia al pajarito de los
dibujos animados, listo como el pecado, inteligente como el que más, y lo
suficientemente fuerte y potente para darle “caña” al Gato Silvestre que siempre sale perdiendo cuando se enfrenta a él.
Tweety tiene un corazón potente,
de 6000 cc. Y una considerable fuerza de 315 caballos que le permite subirse por las paredes. Su
tamaño lo hace destacar sobre los demás. Los cinco metros de largo por los dos de
ancho, y sus 3.900 kilos de peso, le crean el pequeño hándicap que le vuelve
ser especialmente cauto en el paso por
sitios estrechos y en pisos muy blandos, pequeños talones de Aquiles que
conociéndolos y tratándolos con consideración no ofrecen mayor problema. Todo
es cuestión de un buen entendimiento
entre los dos. Aunque donde se encuentra como pez en el agua es volando sobre
pistas abiertas, páramos, estepas y desiertos … Eso es lo que a Tweety le gusta
Poco a poco le he ido dotando de
una electrónica extra, hasta llegar casi a parecerse a una nave interestelar , para así hacernos
más cómodas las rutas que hemos de seguir en nuestros viajes, aunque
creo, tal y como decía más arriba, que él, fiel a sus orígenes, prefiere la
navegación clásica de guiarse por las estrellas.
Durante mi estancia en Mexico, Tweety y yo hemos sido buenos compañeros, me ha acompañado en mis viajes por las selvas Yucatecas, hemos recorrido el Sur de Mexico, admirado la belleza de Chiapas y sus gentes y nos hemos adentrado en países vecinos como Belice y la incomparable Guatemala. Me ha proporcionado esa compañía necesaria cuando se está lejos de casa comportándose siempre como un fiel amigo, compartiendo vivencias y como no, kilómetros de pistas, de asfalto, y kilómetros y kilómetros de culturas, monumentos y bellezas naturales
Llegado el momento de mi regreso a España, no dudé ni un instante en traérmelo conmigo, actuando de una forma un tanto egoísta, no le pregunté . Una última puesta a punto en México, zapatos nuevos , limpieza y acondicionamiento a fondo de los bajos . Lo acompañé hasta el puerto de Progreso, cercano a Mérida, donde fue acondicionado , junto a otro compañero, un WW Tuareg, en un contenedor de 40 piés, preparándolos para los aproximadamente treinta días de travesia que tardarían en llegar a España, al puerto de Barcelona más concretamente. Justo llegó, de la mano de Papa Noel, como un gran regalo, en Navidades. A partir de ahí, juntos, continuamos descubriendo y disfrutando nuevos objetivos, enriqueciéndonos mutuamente de las vivencias que nos pueden proporcionar otras aventuras y experiencias viajeras .
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